viernes, 18 de febrero de 2011

Dejar de fumar a los 30 años reduce de forma muy significativa las posibilidades de morir prematuramente por patologías cardiacas y circulatorias

La Sociedad Andaluza de Cardiología (SAC) afirma que dejar de fumar alrededor de los treinta años de edad reduciría la probabilidad de morir de forma prematura por enfermedades relacionadas con el tabaco en más del 90%, y el riesgo de sufrir un infarto de miocardio bajaría hasta en un 70%. De la misma forma hacerlo a los 50 años de edad disminuiría este riesgo en más del 50%.

Según la misma SAC el riesgo relativo de cardiopatía isquémica decrece al dejar de fumar, como así lo demuestran estudios de intervención, los cuales mostraron que después de 2 ó 3 años de abandonar el hábito tabáquico el riesgo de sufrir cardiopatía isquémica es equiparable al de los no fumadores. Este mismo riesgo parece también disminuir para el accidente cerebrovascular del ex fumador, siendo el mismo que el de quien no haya fumado nunca. La muerte súbita se reduciría en un 20-50%.

La Nicotina desencadena un papel fundamental dentro de los efectos del tabaco sobre el aparato cardiovascular. Esta promueve la liberación de las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) produciendo daño en la pared interna de las arterias, un aumento del tono cardiaco con espasmo, además de alteraciones en la coagulación, incremento del colesterol considerado malo (LDL) y reducción del colesterol bueno (HDL). Otra parte de la acción perjudicial del humo del tabaco viene condicionada por el monóxido de carbono (CO), el cual es capaz de disminuir el aporte de oxígeno al miocardio (músculo cardiaco), aumenta el colesterol y la concentración plaquetaria en la sangre, aumentando así la capacidad de formación de coágulos.

En resumen los cardiólogos aconsejan e informan sobre el hecho de que el consumo de tabaco es el factor de riesgo cardiovascular modificable más importante y el que más contribuye a la morbi-mortalidad por cardiopatía isquémica, con una incidencia de patología coronaria en los fumadores tres veces mayor que en el resto de la población. Por ello insisten en los beneficios que conlleva el abandono del hábito tabáquico.

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